viernes, 1 de noviembre de 2024

un milagro crujiente

Ven, hija mía, ven,

dame la mano, nos vamos

de la ciudad, te enseñaré

el molino, dos veces al día movido

por la marea,

un milagro crujiente

de ruedas y correas,

que traslada la fuerza

del agua a la piedra,

el polvo goteante

y los cuerpos de las arañas.

El molinero es amable,

tiene manzanas blancas y limpias,

nos cuenta toda clase 

de leyendas sobre la historia

de la harina."

Del natural  - W.G. Sebald



sábado, 12 de octubre de 2024

Para mi amiga, Labradora fiel

 "Ay, mira eso. Son mariposas. Un enjambre entero, flotando como una nubecita blanca por todo el césped. No creo haber visto tantas volando juntas así, suelen volar a pares. Blanquitas de la col, creo que son. No alcanzo a ver si tienen puntos negros en las alas. 

Deberían tener cuidado contigo, oh comedor de insectos. Un bocado de esa mandíbula se llevaría por delante a casi todas. Pero ahí van, directas hacia ti, como si no fueras más que una roca gigante sobre la hierba. Te riegan como confeti y tú ¡ni parpadeas!

Ay, ese sonido. ¿Qué habrá visto esa gaviota para dar un graznido así?

Las mariposas están de nuevo en el aire, de retirada, en dirección a la costa.

Quiero decir tu nombre, pero la palabra se muere en mi garganta.

¡Oh amigo mío, amigo mío !

El amigo - Sigrid Nuñez



lunes, 23 de septiembre de 2024

Los juegos de Asterión

 "Hasta mis detractores admiten que no hay un solo mueble en la casa. Otra especie ridícula es que yo, Asterión, soy un prisionero. ¿Repetiré que no hay una puerta cerrada, añadiré que no hay una cerradura? Por lo demás, algún atardecer he pisado la calle; si antes de la noche volví, lo hice por el temor que me infundieron las caras de la plebe, caras descoloridas y aplanadas, como la mano abierta. Ya se había puesto el Sol, pero el desvalido llanto de un niño y las toscas plegarias de la grey dijeron que me habían reconocido. La gente oraba, huía, se prosternaba; unos se encaramaban al estilóbato del templo de las Hachas, otros juntaban piedras. Alguno, creo, se ocultó bajo el mar. No en vano fue una reina mi madre; no puedo confundirme con el vulgo; aunque mi modestia lo quiera.

El hecho es que soy único. No me interesa lo que un hombre pueda trasmitir a otros hombres; como el filósofo, pienso que nada es comunicable por el arte de la escritura. Las enojosas y triviales minucias no tienen cabida en mi espíritu, que está capacitado para lo grande; jamás he retenido la diferencia entre una letra y otra. Cierta impaciencia generosa no ha consentido que yo aprendiera a leer. A veces lo deploro porque las noches y los días son largos.

Claro que no me faltan distracciones. Semejante al carnero que va a embestir, corro por las galerías de piedra hasta rodar al suelo, mareado. Me agazapo a la sombra de un aljibe o a la vuelta de un corredor y juego a que me buscan. Hay azoteas desde las que me dejo caer, hasta ensangrentarme. A cualquier hora puedo jugar a estar dormido, con los ojos cerrados y la respiración poderosa. (A veces me duermo realmente, a veces ha cambiado el color del día cuando he abierto los ojos). Pero de tantos juegos el que prefiero es el de otro Asterión. Finjo que viene a visitarme y que yo le muestro la casa. Con grandes reverencias le digo: Ahora volvemos a la encrucijada anterior o Ahora desembocamos en otro patio o Bien decía yo que te gustaría la canaleta oAhora verás una cisterna que se llenó de arena o Ya veras cómo el sótano se bifurca. A veces me equivoco y nos reímos buenamente los dos. "

La casa de Asterión - Jorge Luis Borges