sábado, 23 de septiembre de 2023

Interiores

 

“Lo aplastante, en su casa, en cualquiera que de las que habían sido sus casas, era el silencio, la inmovilidad del aire, cierta calma irremediable, como si el tiempo quedara suspendido para siempre jamás. Experimentaba una sensación parecida mirando, desde fuera, otros interiores. Y no era nuevo. Siempre había sentido ese malestar.

Cuando, desde la acera, por ejemplo, miraba a una familia en torno a la mesa, que les iluminaba las caras como un en cuadro de Rembrandt, para él era como si la escena quedara fijada de una vez por todas, como si los personajes, el padre, la madre, los niños, la criada de pie, estuviera congelada hasta la consumación de los siglos.

Las paredes, las puertas cerradas, le daban una sensación de inseguridad, de angustia. Sabía que no era eso lo que Ivonne había querido decir con su casa de postigos verdes, pero, para él, sí lo era. Le daban miedo los álbumes de familia, con sus páginas de parientes muertos, y las páginas de los vivos que, una vez introducidos allí, ya no eran más que medio vivos.”

Los postigos verdes – Georges Simenon