"Más tarde fuimos a visitar el Museo Lenin. Habitación tras habitación de retazos de la vida de un hombre. Supongo que no hay vida más documentada en la historia. Lenin no debió de tirar nada. Habitaciones y maletas están llenas de pedazos de sus escritos, notas, diarios, manifiestos, panfletos, sus plumas y lápices, sus bufandas, su ropa, todo está allí. Y en las paredes hay enormes pinturas de cada incidente de su vida, hasta de su infancia. Cada incidente de la Revolución en el que participó está registrado en cuadros enormes colgados de las paredes. Sus libros están embutidos en marcos de mármol blanco y colgados de las paredes, con los títulos escritos en bronce. Hay estatuas de Lenin en todas las poses posibles, y en los retratos de su vida entra más tarde Stalin. Pero en todo el museo no hay ni un solo retrato de Trostky. Por lo que respecta a la historia de Rusia, Trostky ha dejado de existir. Este es un tipo de enfoque histórico que nosotros no comprendemos. Es la historia como deseamos que hubiera sido, más que como fue. Porque no hay duda de que Trotsky tuvo un efecto histórico enorme en la Revolución Rusa. Tampoco hay duda de que su eliminación y desvanecimiento tuvieron gran importancia histórica. Pero para los jóvenes rusos nunca existió. Para los niños que van al Museo Lenin y ven la historia de la Revolución no hay Trotsky, ni bueno ni malo.
Cuando estábamos allí entró una larga fila de huérfanos de la guerra, niños y niñas de seis a trece años, bien limpios y vestidos con sus mejores ropas. Y también circulaban por el museo y miraban con los ojos como platos a esta vida documentada del fallecido Lenin. Miraban maravillados su gorra de pieles, y su abrigo con cuello de piel, sus zapatos, las mesas en que escribía, las sillas en que se sentaba. Todo sobre este hombre está allí, todo excepto el humor. No hay pruebas de que en toda su vida tuviera un pensamiento ligero o humorístico, un momento de risa entregada o una tarde de diversión. No puede haber duda alguna de que esas cosas existieron, pero históricamente quizá no se permita que las tenga."
Diario de Rusia - John Steinbeck
Editorial Capitán Swing, 1938
"Reconocer la realidad como forma de ilusión, y la ilusión como forma de realidad, es igualmente necesario e igualmente inútil". F. Pessoa
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lunes, 10 de septiembre de 2018
sábado, 21 de julio de 2018
proyectándose en los crisantemos
"Muchas gracias por todo, seora - le dijo desde arriba-, Haré lo que me dijo usted. Volveré atrás y cogeré la carretera de Salinas.
- Recuerde que, si el camino se hace largo, debe mantener siempre húmeda la tierra.
- ¿La tierra, seora? ¿La tierra...? ¡Ah! ¡Claro! La tierra de los crisantemos. No se preocupe.
Chasqueó la lengua. El caballo y el burro se revolvieron bajo las bridas. El perro larguirucho volvió a ocupar su sitio entre las ruedas de atrás de la carreta. Y la comitiva dio vuelta, se dirigió a la salida de la granja y tomó el camino que bordea el río, el mismo por el que había llegado un rato antes.
Elisa se mantuvo de pie junto a la verja de alambre, viendo alejarse lentamente el carromato. Sus hombros estaban rígidos, su cabeza echada un poco hacia atrás y sus ojos entrecerrados, de modo que la escena se le pudiera quedar bien grabada en la mente. Sus labios se movieron, formando silenciosamente las palabras "Adiós. Adiós". Y seguidamente, se le escapó en voz alta un:
-Camináis hacia la libertad, por el camino de luz, ¡Qué luminoso debe ser lo que os espera!
Le asustó el sonido de su propia voz y, volviendo a su postura natural, miró en todas las direcciones para comprobar si alguien había podido escuchar lo que acababa de decir.
Los crisantemos - John Steinbeck
Aguilar Ediciones, 1995
- Recuerde que, si el camino se hace largo, debe mantener siempre húmeda la tierra.
- ¿La tierra, seora? ¿La tierra...? ¡Ah! ¡Claro! La tierra de los crisantemos. No se preocupe.
Chasqueó la lengua. El caballo y el burro se revolvieron bajo las bridas. El perro larguirucho volvió a ocupar su sitio entre las ruedas de atrás de la carreta. Y la comitiva dio vuelta, se dirigió a la salida de la granja y tomó el camino que bordea el río, el mismo por el que había llegado un rato antes.
Elisa se mantuvo de pie junto a la verja de alambre, viendo alejarse lentamente el carromato. Sus hombros estaban rígidos, su cabeza echada un poco hacia atrás y sus ojos entrecerrados, de modo que la escena se le pudiera quedar bien grabada en la mente. Sus labios se movieron, formando silenciosamente las palabras "Adiós. Adiós". Y seguidamente, se le escapó en voz alta un:
-Camináis hacia la libertad, por el camino de luz, ¡Qué luminoso debe ser lo que os espera!
Le asustó el sonido de su propia voz y, volviendo a su postura natural, miró en todas las direcciones para comprobar si alguien había podido escuchar lo que acababa de decir.
Los crisantemos - John Steinbeck
Aguilar Ediciones, 1995
martes, 6 de febrero de 2018
realidades ficticias
"Los genealogistas se matan a trabajar aventando la paja de la genealogía en busca de granos de grandeza. No hace mucho se demostró que Dwight D. Eisenhower descendía de la estirpe real de Inglaterra, una prueba, si fuese necesaria, de que todos descendemos de todos. El entonces pueblecito en que yo nací, que en el recuerdo de mi abuelo era una fragua en un pantano, recuerda con anual pomposidad un relumbrante pasado de hidalgos españoles y señoritas que comían pétalos de rosa que han barrido de la memoria pública a la pequeña y desolada tribu de indios comedores de gusanos y saltamontes que fueron nuestros auténticos primeros pobladores.
A mí esto me parece interesante, pero me hace desconfiar de la historia como registro de la realidad. Pensaba en estas cosas cuando leía los indicadores históricos a lo largo del país, pensaba en cómo el mito borra los hechos. Planteado a un nivel muy bajo, el mito se procesa del modo siguiente. Visitando la ciudad en que nací, hablé con un hombre muy viejo que me había conocido desde niño. Recordaba claramente haberme visto, un niño paliducho y tembloroso, pasando por delante de su casa una mañana gélida, con un abrigo impropio cerrado sobre mi débil pecho con alfileres de manta de caballo. Esto es a escala pequeña el verdadero material de los mitos: un niño pobre y doliente que se eleva a la gloria; a una escala limitada, por supuesto. Aunque yo no recordaba el episodio, sabía que no podía ser verdad. Mi madre era una costurera apasionada de botones. Que faltase un botón era más que descuido, era un pecado. Si yo hubiese sustituido por alfileres los botones que me faltaban, mi madre me habría dado una zurra. La historia no podía ser cierta, pero a aquel anciano caballero le gustaba tanto que no habría podido convencerle de su falsedad, así que no lo intenté. Si mi pueblo natal me quiere con alfileres de manta de caballo, nada que yo pueda decir lo cambiará, y menos aún la verdad."
Viajes con Charley - John Steinbeck
Nórdica Libros, S.L., 2015
A mí esto me parece interesante, pero me hace desconfiar de la historia como registro de la realidad. Pensaba en estas cosas cuando leía los indicadores históricos a lo largo del país, pensaba en cómo el mito borra los hechos. Planteado a un nivel muy bajo, el mito se procesa del modo siguiente. Visitando la ciudad en que nací, hablé con un hombre muy viejo que me había conocido desde niño. Recordaba claramente haberme visto, un niño paliducho y tembloroso, pasando por delante de su casa una mañana gélida, con un abrigo impropio cerrado sobre mi débil pecho con alfileres de manta de caballo. Esto es a escala pequeña el verdadero material de los mitos: un niño pobre y doliente que se eleva a la gloria; a una escala limitada, por supuesto. Aunque yo no recordaba el episodio, sabía que no podía ser verdad. Mi madre era una costurera apasionada de botones. Que faltase un botón era más que descuido, era un pecado. Si yo hubiese sustituido por alfileres los botones que me faltaban, mi madre me habría dado una zurra. La historia no podía ser cierta, pero a aquel anciano caballero le gustaba tanto que no habría podido convencerle de su falsedad, así que no lo intenté. Si mi pueblo natal me quiere con alfileres de manta de caballo, nada que yo pueda decir lo cambiará, y menos aún la verdad."
Viajes con Charley - John Steinbeck
Nórdica Libros, S.L., 2015
viernes, 5 de enero de 2018
a sexist view
"The communications system on Cannery Row is mysterious to the point of magic and rapid to the speed of light. Fauna and Mack came to the decision that the party should be a masquerade on Friday evening at 9:111/2, By 9:12 the magic had started, and by 9:30 everyone who was not asleep, drunk, or away, knew about it. One particularly mean woman who hadn´t had a man for a long time commented, "How will you know whether they´re in costume or not?" - a statement clearly drawn from her state of misery. But mainly the news was received with wonder and joy. Mack´s tom-wallager had achieved the stature of a bull bitch tom-wallager."
Sweet Thursday - John Steinbeck
Penguin books, 1996
Sweet Thursday - John Steinbeck
Penguin books, 1996
jueves, 7 de diciembre de 2017
culturas malentendidas
"Y así era el largo valle Salinas. Su historia era la misma que la del resto del estado. Primero estuvieron allí los indios, una raza inferior, desprovista de energía, de inventiva o cultura, unas gentes que vivían de gusanos, saltamontes o moluscos, pues eran demasiado perezosos para cazar o pescar. Comían lo que hallaban al alcance de la mano y no se molestaban en plantar ni cultivar. Machacaban bellotas silvestres para hacer con ellas harina. Incluso su modo de hacer la guerra no era más que una cansada pantomima."
Al este del Edén - John Steinbeck
Al este del Edén - John Steinbeck
sábado, 22 de julio de 2017
lo que cuenta un bus
"Se trataba de un viejo autobús de cuatro cilindros, con un cambio de marchas especial, patentado. Los flancos abombados del coche, a pesar de la pintura que los recubría, mostraban huellas de abolladuras, los golpes y los chirlos de una larga y accidentada carrera. [ ]
También su parte interior se había reconstruido. Los asientos que en otros tiempos fueran de caña estaban ahora tapizados con hule encarnado. Se percibía levemente el agrio olor del hule y el más intenso y penetrante del aceite y la gasolina. Era muy viejo y había hecho mucho viajes. El piso, de tablas de roble, estaba desgastado y pulido por los pies de los viajeros. Las ventanas no se podían abrir, porque no encajaban bien. En el verano Juan las quitaba y al llegar el invierno las colocaba de nuevo.
El asiento del conductor se había desgastado hasta los mismos muelles, pero se utilizaba un cojín de florido quimón con el doble fin de proteger al chófer y de retener los muelles en su lugar. Del parabrisas colgaban los penates: un zapatito de niño que simbolizaba la protección, ya que los vacilantes pasos de las criaturas requieren la vigilancia y ayuda de Dios; un pequeño guante de boxeo simbolizador de la fuerza de los puños del chófer, del ímpetud del pistón al impeler la biela, de la decisión del individuo como persona responsable y ufana; colgaba también del parabrisas una muñequita vestida con un sarong provocativo que simbolizaba los placeres de la carne, de la vista, del olfato y del oído. Cuando el autobús se ponía en marcha aquellos símbolos se balanceaban unos contra otros frente a los ojos del conductor.
Sobre el tablero de los instrumentos de mando había una pequeña Virgen de Guadalupe de metal, pintada con brillantes colores. La vestimenta de la Virgen era azul y estaba en pie sobre la luna, sostenida por querubines. Era ésta la ligazón de Juan Chicoy con la eternidad. Apenas se relacionaba con la religión en todo lo que es iglesia y dogma, pero si mucho en lo que tiene de recuerdo y sentimiento."
El autobús perdido - John Steinbeck
Imprenta Clarasó 1955 pág 16
También su parte interior se había reconstruido. Los asientos que en otros tiempos fueran de caña estaban ahora tapizados con hule encarnado. Se percibía levemente el agrio olor del hule y el más intenso y penetrante del aceite y la gasolina. Era muy viejo y había hecho mucho viajes. El piso, de tablas de roble, estaba desgastado y pulido por los pies de los viajeros. Las ventanas no se podían abrir, porque no encajaban bien. En el verano Juan las quitaba y al llegar el invierno las colocaba de nuevo.
El asiento del conductor se había desgastado hasta los mismos muelles, pero se utilizaba un cojín de florido quimón con el doble fin de proteger al chófer y de retener los muelles en su lugar. Del parabrisas colgaban los penates: un zapatito de niño que simbolizaba la protección, ya que los vacilantes pasos de las criaturas requieren la vigilancia y ayuda de Dios; un pequeño guante de boxeo simbolizador de la fuerza de los puños del chófer, del ímpetud del pistón al impeler la biela, de la decisión del individuo como persona responsable y ufana; colgaba también del parabrisas una muñequita vestida con un sarong provocativo que simbolizaba los placeres de la carne, de la vista, del olfato y del oído. Cuando el autobús se ponía en marcha aquellos símbolos se balanceaban unos contra otros frente a los ojos del conductor.
Sobre el tablero de los instrumentos de mando había una pequeña Virgen de Guadalupe de metal, pintada con brillantes colores. La vestimenta de la Virgen era azul y estaba en pie sobre la luna, sostenida por querubines. Era ésta la ligazón de Juan Chicoy con la eternidad. Apenas se relacionaba con la religión en todo lo que es iglesia y dogma, pero si mucho en lo que tiene de recuerdo y sentimiento."
El autobús perdido - John Steinbeck
Imprenta Clarasó 1955 pág 16
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