sábado, 21 de julio de 2018

proyectándose en los crisantemos

"Muchas gracias por todo, seora - le dijo desde arriba-, Haré lo que me dijo usted. Volveré atrás y cogeré la carretera de Salinas.
- Recuerde que, si el camino se hace largo, debe mantener siempre húmeda la tierra.
- ¿La tierra, seora?  ¿La tierra...? ¡Ah! ¡Claro! La tierra de los crisantemos. No se preocupe.
Chasqueó la lengua. El caballo y el burro se revolvieron bajo las bridas. El perro larguirucho volvió a ocupar su sitio entre las ruedas de atrás de la carreta. Y la comitiva dio vuelta, se dirigió a la salida de la granja y tomó el camino que bordea el río, el mismo por el que había llegado un rato antes.
Elisa se mantuvo de pie junto a la verja de alambre, viendo alejarse lentamente el carromato.  Sus hombros estaban rígidos, su cabeza echada un poco hacia atrás y sus ojos entrecerrados, de modo que la escena se le pudiera quedar bien grabada en la mente. Sus labios se movieron, formando silenciosamente las palabras "Adiós. Adiós". Y seguidamente, se le escapó en voz alta un:

-Camináis hacia la libertad, por el camino de luz, ¡Qué luminoso debe ser lo que os espera!

Le asustó el sonido de su propia voz y, volviendo a su postura natural, miró en todas las direcciones para comprobar si alguien había podido escuchar lo que acababa de decir.

Los crisantemos - John Steinbeck
Aguilar Ediciones, 1995



jueves, 12 de julio de 2018

la inteligencia de las plantas

"El efecto "Backster" aparece descrito en el libro La vida secreta de las plantas, de 1973, que recopila una serie de experimentos de dudosa calidad y propone que las plantas son seres vivos inteligentes y sensibles capaces de manifestar emociones. El libro es una alegoría al pensamiento mágico y rápidamente se convirtió en un clásico de la cultura popular. Y ahí quedó, como una leyenda urbana, hasta que en el año 2006 un grupo de seis científicos publicó un controversial manifiesto en la revista Trends in Plant Science.  Estos autores proponían un nuevo campo de investigación, que llamaron neurobiología vegetal, y sugerían que las plantas presentan comportamientos tan complejos y responden a tantos estímulos -luz, temperatura, humedad, gravedad, ataque de patógenos, salinidad, estructura de suelo, toxinas, microbios -, que son imposibles de explicar solamente a partir de mecanismos bioquímicos y genéticos. Así, decían, debe existir un centro de procesamiento de información que cumpla un rol similar al del cerebro y que permita coordinar e integrar sus respuestas.
Un poco antes de salir al aire ese artículo, se había efectuado la primera reunión de la Sociedad de Neurobiología Vegetal en Florencia y se editó una nueva revista científica, la que tenía un nombre menos polémico: Plant Signaling and Behaviour (Señalización y Comportamiento de las Plantas). Sin embargo, 36 científicos publicaron una carta en respuesta al manifiesto del 2006 donde expresaban que, al no existir evidencia de neuronas, sinapsis o un cerebro en las plantas, ya que, si bien el manifiesto solo hablaba de estructuras homólogas, el uso del término "neurobiologia" causaba escozor en la comunidad de biólogos vegetales.
En este punto es necesario aclarar que las plantas, al igual que los animales, presentan canales iónicos que explican las variaciones de voltaje -posibles de observar en las membranas de sus células- y que no es propiedad intrínseca de de los sistemas neuronales. Pero para Lincoln Taiz -autor del famoso Taiz de biología vegetal, libro de cabecera de muchos que estudian en esta área -, el concepto de neurobiología vegetal nace de una sobreinterpretación de los datos y es parte de una visión antropocéntrica salvajemente especulativa.  Los científicos dedicados a este campo, vale decir, no proponen que las plantas tengan sentimientos o puedan leer la mente, sino que pueden integrar y procesar información compleja en pos de generar respuestas apropiadas, algo que puede ser considerado como una manifestación de inteligencia."

La ciencia pop - Gabriel León
Penguin Random House Grupo Editorial S.A.,
Chile, 2017