"Patrascu apagó el cigarrillo. La tensión se podía cortar con cuchillo. Le había faltado al respeto a un hombre que hasta el día anterior había sido el policía de mayor rango del distrito de Clusoara. Sin embargo, contra todo pronóstico, se dirigió a mí en tono paternal.
- Te llamas Pavel ¿no? Hazme caso, chico, no sabes en la que estás metiéndote. No sé que ha ocurrido con el cadáver del cura. Tampoco me importa. Sólo puedo deciros una cosa: parece que allí arriba en vuestro pueblucho de las montañas no os enteráis de que aquí está en juego la política mundial. Vuestro Johannes Baptiste tiene madera de mártir. Al cien por cien. ¡Metéoslo en la cabeza!Aquí impera el comunismo. Un cura en las montañas va y se pone en contra. Bien, se le degüella. Pero resulta que más allá de las fronteras de nuestro país existen ciertos círculos, llamémoslos católicos feroces y estricto anticomunistas para simplificar, que tienen un gran interés en este tipo de mártires. Y ésta es una opinión muy personal: aunque toda esta parafernalia religiosa me parece un disparate, estos mártires acabarán con nuestros delirios socialista de colectivización. No será ni hoy ni mañana, pero sí algún día. Así es la lógica de la historia. Un delirio sustituye al anterior. ¡Monárquicos, legionarios de la Guardia de Hierro, fascistas, comunistas, clericales! ¡Qué sé yo! Y cuando por fin comprendáis que en nuestra República existen asimismo ciertos círculos a los que no interesan en absoluto los mártires del bando equivocado, también entenderéis por qué desaparecen cadáveres. El recuerdo de las personas cuya sangre ha sido derramada siempre es peligroso. Las sangres de las víctimas siempre causa revuelo. Pero si éstas figuras desaparecen como la nieve en primavera, se acabó. Muerto el perro, muerta la rabia. Los mártires desconocidos no son tales. A menudo se subestima la capacidad de olvido de la gente. Cuando no hay ninguna tumba a la que peregrinar, el recuerdo se apaga en un pispás. Sin tumba no hay flores. Sin templo no hay dioses. En ningún lugar crece la hierba más rápidamente que sobre la tumba del soldado desconocido.
Entonces si en Baia Luna no tenemos una tumba para recordar a nuestro cura, se lo debemos a la Securitate - dijo Istvan Kallay titubeante.
-Ahora deberíais iros - Patrascu se levantó pesadamente de su butaca.
- Sí, señor comisario, la nieve se derrite en primavera- comenté al despedirme -, lleva usted razón. Pero en invierno vuelve a nevar.
-Chico, no me has escuchado. Esa nieve también se derretirá. Es la rueda de la historia. Eres joven y quieres cambiar el curso del mundo. Pero para lograrlo debes acercarte mucho a la rueda. Y entonces te aplastará."
El día que la virgen llegó a la luna - Rolf Bauerdick
Ediciones Salamandra, 2012
"Reconocer la realidad como forma de ilusión, y la ilusión como forma de realidad, es igualmente necesario e igualmente inútil". F. Pessoa
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miércoles, 17 de enero de 2018
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