martes, 29 de abril de 2025

emociones literarias

 "Mi primer estremecimiento literario, sin embargo, se produjo en campo propio. En la escuela dábamos una clase de historia de Irlanda, que en realidad consistía en la lectura de mitos y leyendas. El libro de texto tenía caracteres grandes e ilustraciones de claro estilo celta y trataba de temas irlandeses desde los Tuatha De Danasan a la invasión normanda. Todavía veo a Brian Boru sosteniendo la espada a modo de cruz mientras pasa revista a las tropas de Clontarf. Pero el verdadero pacto imaginativo lo provocó la historia de Dagda, especie de sueño con música de arpa y luz, en el que éste se enfrentaba y vencía a Balor, el Ojo del Maligno, en la tenebrosa fortaleza de la Isla de Tory. Cuchulaian y Ferdia también me causaron gran impresión a causa de aquellas imágenes de heridas bañadas entre los juncales verdes y de armaduras entrechocando en el vado.

Y, sin embargo, todo eso me condujo al melodrama de Pew el Ciego y Billy Bones, Long John y Ben Gunn. En la escuela leímos también La isla del tesoro y aquello sirvió de preludio al primer libro que recuerdo haber poseído y atesorado. Un libro que apareció sobre la mesa una mañana de Navidad: Secuestrado de Robert Louis Stevenson. Desde aquel día no dejado de ser un jacobita. De modo instintivo sabía que el mundo del penal y los casacas rojas -esa oleografía de las creencias de nuestros padres- se hallaba implícito en el escenario de aquella novela. Y todavía hoy el corazón me da un vuelco cuando leo la primera frase: "Comenzaré la historia de mis aventuras por cierta mañana del mes de junio, del año de gracia de 1751, cuando por última vez saqué la llave de la puerta de la casa de mi padre."

De la emoción de las palabras - Seamus Heaney




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