"Tras dimitir de mi último puesto académico en el otoño de 1995,
decidí darme un capricho y cumplir un sueño. Seleccioné
a siete de mis mejores y más entregadas alumnas y les invité a
acudir a mi casa los jueves por la mañana para hablar de literatura.
Todas eran mujeres, ya que dar una clase mixta en mi
domicilio particular era demasiado arriesgado, aunque nos dedicáramos
a hablar de inofensivas obras de ficción. Un varón
muy cabezota al que había excluido de nuestra clase insistió en
sus derechos. Se llamaba Nima, y quedamos en que leería el
material asignado y vendría a casa en días especiales para hablar
sobre los libros que estábamos leyendo.
A menudo les recordaba en broma a mis alumnas La plenitud de la señorita Brodie, , de Muriel Spark, y les preguntaba:
«¿Quién de vosotras me traicionará?». Porque soy pesimista
por naturaleza y estaba segura de que al menos una se volvería
contra mí. En cierta ocasión Nassrin respondió con malicia:
«Tú misma nos dijiste que al final somos nuestros propios traidores,
los Judas de nuestro propio Cristo». Manna señaló que
yo no era la señorita Brodie y que ellas... bueno, ellas eran lo
que eran. Me hizo recordar una advertencia que yo acostumbraba
a hacer: «Nunca, en ninguna circunstancia, menospreciéis
una obra de ficción tratando de convertirla en un calco de
la vida real; lo que buscamos en la ficción no es la realidad,
sino la manifestación de la verdad». Aunque supongo que si tuviera que incumplir mi propia recomendación y elegir la obra de ficción que mejor armonizaba con nuestra vida en la República Islámica de Irán, no elegiría La plenitud de la señorita Brodie, ni siquiera 1984, sino Invitado a una decapitación de Nabokov, o mejor aún, Lolita."
Leer Lolita en Teherán
Azar Nafisi - Antonio Vallardi Editores, 2014
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