martes, 20 de junio de 2017

el latido del tren

"A Melanctha le gustaba errar y detenerse junto a las playas de maniobras del ferrocarril, y observar a los hombres y las máquinas y los cambios y todo lo que allí se movía.  Las playas de ferrocarril poseen una imaginación inagotable.  Satisfacen cualquier tipo de naturaleza.  Para el hombre perezoso, cuya sangre circula lentamente, es un mundo en constante movimiento que se se da y brinda la sensación de un gran poder en movimiento.  Puede sentirlo intensamente sin tener que trabajar;  lo siente aún más que el hombre que trabaja allí o que el dueño.  Además, para las naturalezas a las que les gusta experimentar emociones sin complicación de los sufrimientos, es hermoso sentir cómo se hinchan las venas en el cuello, y la plenitud, y los latidos del corazón y todo el vibrar de la excitación que nace de contemplar el ir y venir de la gente, y de escuchar los latidos de las máquinas y el prolongado silbido.  Para un niño que mira a través de un boquete en el tapial que rodea la playa, es un mundo de fantasía lleno de misterio y movimiento.  El niño ama todo el ruido y luego ama el silencio del viento que antecede a la aceleración del latido del tren, que sale de golpe del túnel en cuya oscuridad se perdió, como se perdió el ruido; y el niño ama el humo, que a veces sale en anillos, y siempre resopla fuego y color azul."

Tres vidas - Gertrude Stein

Editorial Troquel, 1966 pág,18


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