"A los que creen que los regímenes comunistas de Europa central son exclusivamente producto de seres criminales, se les escapa una cuestión esencial: los que crearon estos regímenes criminales no fueron los criminales, sino los entusiastas, convencidos de que habían descubierto el único camino que conduce al Paraíso. Lo defendieron valerosamente y para ello ejecutaron a mucha gente. Más tarde se llegó a la conclusión de que no existía Paraíso alguno; de modo que los entusiastas resultaron ser los asesinos.
En aquel momento todos empezaron a gritarles a los comunistas: "¡Sois los responsables de la desgracia del país (empobrecido y despoblado), de la pérdida de su independencia (cayó en poder de Rusia), de los asesinatos judiciales!"
Los acusados respondían "¡No sabíamos! ¡Hemos sido engañados! ¡ Creíamos de buena fe! ¡En lo más profundo de nuestra alma, somos inocentes!"
La polémica se redujo por lo tanto a la siguiente cuestión: ¿en verdad no sabían? ¿O sólo aparentaban no saber?
Tomás seguía atentamente esta polémica (la seguían los diez millones de habitantes de la nación checa) y opinaban que había comunistas que no eran del todo inocentes (inevitablemente tenían que saber algo de los horrores que habían ocurrido y no cesaban de ocurrir en la Rusia postrevolucionaria). Sin embargo, es probable que la mayoría de ellos, en efecto, no supiera nada.
Y llegó a la conclusión de que la cuestión fundamental no es: ¿sabían o no sabían?, sino: ¿es inocente el hombre cuando no sabe?, ¿un idiota que ocupa el trono está libre de toda culpa sólo por ser idiota?"
La insoportable levedad del ser - Milan Kundera
Tusquets Editores 2008
pág. 184
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