"Antes de lo que estaba previsto será dispuesto el matrimonio, ya que en la niña se ha desplegado, tan llena de promesas, la futura princesa: de nuevo está destinada María Estuardo a que, en todo sentido, el reloj de su vida haya de correr con mayor celeridad que el de las otras gentes de su edad. Cierto que el delfín que le es destinado, según lo convenido, apenas tiene catorce años de edad y, además, es un mancebo especialmente débil, achacoso y enfermizo. Pero la política se muestra aquí más impaciente que la Naturaleza; quiere esas bodas y no le es dado esperar. Hay una prisa muy sospechosa en la corte real francesa por concluir el asunto matrimonial, precisamente porque se conocen, por los inquietantes informes de los médicos, la debilidad y los peligrosos achaques de este heredero. Y lo más importante para los Valois en este matrimonio, sólo es asegurarse la posesión de la corona escocesa; por esto impelen tan apresuradamente hacia el altar a estos dos niños. En el pacto matrimonial que es concertado en unión con el delegado del Parlamento escocés, recibe el delfín la matrimonial crown, la corona de rey consorte de Escocia; pero al mismo tiempo sus parientes, los de Guisa, le arrancan con todo secreto a la María de quince años, en modo alguno consciente de su responsabilidad, un segundo documento que debe permanecer desconocido para el Parlamento escocés, y en el que tiene que obligarse, anticipadamente, a que, en caso de temprana muerte o en el que deba morir sin herederos, su país - como si fuera una propiedad privada -, y hasta sus derechos hereditarios a Inglaterra e Irlanda, serán transmitidos a la corona francesa.
Bien se comprende que este pacto constituye una deslealtad, y ya el carácter secreto de su firma lo demuestra. Pues María Estuardo no tiene derecho alguno a cambiar arbitrariamente el orden hereditario y a legar su patria a una dinastía extranjera, para el caso de su muerte, como un manto o cualesquiera otros bienes; pero los tíos obligan a imponer su firma a la mano aún sin presentimientos. Símbolo trágico: la primera firma que María Estuardo bajo la indicación de sus parientes, pone en un documento político representa, al mismo tiempo, la primera mentira de esta criatura, en lo profundo de sí misma sincera, llena de confianza y nada ambigua. No obstante, para llegar a ser reina, para continuar siéndolo, nunca más, desde ahora, le será permitido ser por completo sincera: un ser humano que se consagra a la política no se pertenece ya a sí mismo y tiene que obedecer a otras leyes diversas de las sagradas de su naturaleza."
María Estuardo - Stefan Zweig
Editorial Juventud, 1958
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