domingo, 25 de febrero de 2018

¿dónde está esa palabra?

"Son tantas las palabras que se pierden... Salen de la boca, se atemorizan y vagan sin rumbo hasta que son barridas a la cuneta como hojas secas. Los días de lluvia puede oírse su coro que se aleja veloz: YoerabonitaNotevayastelosuplicoTambiényocreoquetengoelcuerpodecristalNuncahequeridoanadiemásqueatiYomeencuentrodivertidaPerdóname...
Hubo un tiempo en que era normal ensartar las palabras con un hilo para guiarlas y evitar que se extraviaran por el camino hacia su destino. Los tímidos solían llevar un carrete en el bolsillo, pero la gente pensaba que también lo necesitaban los audaces que hablaban a gritos, porque muchas veces los que están habituados a ser oídos por muchos no saben hacerse oír por uno solo. La distancia física entre dos personas que estuvieran usando un hilo no tenía por qué ser larga; a veces, cuanto más corta la distancia más necesario era el hilo.
La idea de colocar vasos en los extremos del hilo llegó mucho después. Hay quien dice que se debió al irreprimible impulso de acercarnos caracolas a los oídos, para oír el eco de la primera expresión del mundo. Otros aseguran que la inició un hombre que sostenía el extremo de un hilo que iba soltando por el océano una muchacha que se fue a América.
Cuando el mundo se hizo más grande y ya no hubo suficiente hilo para impedir que las cosas que la gente quería decir se dispersaron en el vacío, se inventó el teléfono.
A veces , no hay hilo que sea lo bastante largo para que uno pueda decir lo que debe. En tales casos, lo único que puede hacer el hilo, cualquiera que sea su forma, es conducir el silencio de una persona."

La historia del amor - Nicole Krauss


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