jueves, 12 de abril de 2018

la insoportable levedad de la información

¿Cuándo conocí a un chino por primera vez? Así comienza esta historia, con una pregunta casi arqueológica. Etiquetando movimientos telúricos para luego categorizarlos, analizarlos.
En todo caso, ¿cuándo conocí a un chino por primera vez?  Supongo que entre 1959 y 1960, aunque, ya fuera un año u otro, no supone una gran diferencia. Ninguna en absoluto, para ser exactos. Esos dos años son como dos gemelos desgarbados vestidos con la misma ropa descuidada. De hecho, por mucho que pudiera regresar a aquella época con una máquina del tiempo, me costaría mucho trabajo apreciar las diferencias entre ellos.
A pesar de lo cual, me armo de paciencia y sigo adelante, obstinándome en abrir la brecha para ver brotar momentos telúricos poco a poco, fragmentos de memoria.
De acuerdo.  Estoy seguro de que fue el año en el que Johansson y Patterson pelearon por el título mundial de los pesos pesados.  Recuerdo haber visto el combate en televisión aquel año. Lo cual quiere decir que me basta con hojear los periódicos de la época en la hemeroteca. Así lo pondré todo en orden.
Por la mañana voy a la biblioteca municipal en bici. No sé por  qué, pero junto a la entrada hay un gallinero con cinco gallinas que picotean en el suelo su desayuno tardío o su comida temprana, quién sabe. Como el día está lindo, decido fumarme un cigarrillo ahí al lado antes de entrar, y mientras fumo observo cómo comen. Picotean con aire de estar muy ocupadas, con tanta prisa que la escena parece sacada de uno de esos noticieros con pocos fotogramas  por segundo.
Cuando me termino el cigarrillo, algo ha cambiado dentro de mí, sin duda. Una vez más, desconozco la razón. Sin embargo, ese nuevo yo surgido a una distancia de cinco gallinas y un cigarrillo, me formula dos preguntas, sin saber por qué.
Primera: ¿a quién le puede interesar la fecha exacta en la que conocí a un chino por primera vez?
Segunda: ¿qué voy a ganar por desplegar frente a mí el anuario de un periódico en esta sala de lectura iluminada por el sol?
Dos buenas preguntas. Me fumo otro cigarrillo, me subo a la bici y me despido de las gallinas y de la biblioteca. Si los pájaros vuelan por el cielo sin tener que soportar la carga de un nombre, yo liberaré a mi memoria de la pesada carga de los datos.

El elefante desaparece - Haruki Murakami
Tusquets Editores, 2016



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