"Odio las habitaciones desarregladas, pero yo mismo soy incapaz de poner orden. Entré en el cuarto de estar, cogí los vasos sucios y los puse en el fregadero de la cocina. En el piso no quedaba nada desordenado, y sin embargo no parecía arreglado. Marie tenía un modo hábil y rápido de dejar que una habitación pareciera arreglada, si bien ella no utilizaba nada visible ni controlable. Debía consistir en sus manos. El pensar en las manos de Marie - sólo el pensar que ella podría poner sus manos sobre los hombros de Züpfner - exasperaba mi melancolía hasta la desesperación. Una mujer puede expresar o fingir tanto con sus manos, que a mí las manos de un hombre me parecen tacos de madera encolados. Las manos de hombre sirven para dar apretones de manos, para castigar, naturalmente para disparar y para firmar. Estrechar las manos, castigar, disparar, firmar cheques cruzados, esto es todo lo que pueden hacer las manos de los hombres y, naturalmente trabajar. Las manos de las mujeres casi dejan de ser manos: tanto si extienden mantequilla sobre el pan como si separan los cabellos de la frente. Ningún teólogo ha tenido nunca la idea de predicar sobre las manos de las mujeres en el Evangelio: Verónica, Magdalena, María y Marta, nada más que manos de mujeres en el Evangelio, que prodigaron caricias a Cristo."
Opiniones de un payaso - Heinrich Böll
Editorial Sol 90, 2003
"Reconocer la realidad como forma de ilusión, y la ilusión como forma de realidad, es igualmente necesario e igualmente inútil". F. Pessoa
lunes, 28 de mayo de 2018
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