sábado, 8 de julio de 2017

contradicciones vitales

"La primavera, sin hoja que mecer, desnuda y brillante como una virgen fiera en su castidad, desdeñosa de su pureza, se extendía por los campos  con los ojos abiertos, alerta y enteramente indiferente a la opinión de los demás.
[ ] A medida que se acercaba el verano y las tardes iban haciéndose más largas, los vigilantes,los confiados que se paseaban por la playa, hollando los charcos, tuvieron las visiones más raras:  carne trasmutada en átomos disueltos por el páramo, estrellas encendidas en su corazón , riscos, mar y nubes, agrupados adrede para juntar, por fuera, esos elementos expandidos de la visión interior.  En aquellos espejos de las mentes humanas, en esas charcas de agua inquieta, en las cuales las nubes pasan interminables y se forman las sombras, persisten lo ensueños, y era imposible resistir la extraña sugestión nacida de que las gaviotas, las flores, los árboles, los hombres, las mujeres, y hasta la propia tierra blanca, parecían decir:  el bien triunfa, la felicidad prevalece, impera el orden ( ¡pero todos estos testimonios se rehuían al formularse una cuestión precisa! ).  Tampoco era posible resistir el impulso extraordinario de marcharse de un lado a otro en pos de una bondad absoluta, de una transparencia acendrada y remota de todo placer conocido y de toda virtud familiar, algo ajeno al proceso de la vida doméstica, único, duro, brillante, como un diamante en la arena y cuya sola posesión otorgase seguridad.  Además, la primavera penetrada de suave aquiescencia, la primavera, con el bordoneo de las abejas y el baile de los cínifes, se envolvía  en su  manto, velaba sus ojos, apartaba la cabeza y, en medio de las sombras pasajeras y los chaparrones de lluvia fina, parecía haber asumido el conocimiento de los dolores de la humanidad."

Al faro - Virginia Woolf
Editorial Porrúa 2012
Pág.102


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