La verdadera razón que impulsó a Mao Zedong a tomar semejante decisión sigue siendo oscura: ¿quería acabar con los guardias rojos, que comenzaban a escapar de su control? ¿O era la fantasía de un gran soñador revolucionario, deseoso de crear una nueva generación? Nadie supo nunca responder a esta pregunta. Por aquel entonces, Luo y yo discutíamos a menudo, a hurtadillas, como dos conspiradores. Nuestra conclusión fue la siguiente: Mao odiaba a los intelectuales.
No éramos los primeros ni seríamos los últimos cobayas utilizados en este gran experimento humano. A comienzos del año 1971 llegamos a aquella casa sobre pilotes, perdida en lo más hondo de la montaña, y toqué el violín para el jefe de la aldea. Tampoco éramos los más desgraciados. Sin embargo, ironías del destino, ni Luo ni yo éramos bachilleres. Nunca habíamos tenido la suerte de sentarnos en un aula de instituto. Simplemente, habíamos terminado nuestros tres años de escuela cuando nos enviaron a la montaña como si fuéramos "intelectuales".
Balzac y la joven costurera china - Dai Sijie
Ediciones Salamandra 2010
pág. 12
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